Lali: la verdad que no te entiendo –dije cuando nos habíamos sentado en el banco techado (aunque ya estábamos empapados), y estábamos abrazados mirando la lluvia caer. Después de un silencio largo me animé a hablar, pero no recibí respuesta, así que me despegué un poco para mirarlo, y con los ojos obligarlo a que me diga el porqué de su negatividad sobre la relación. Él aún miraba al horizonte, y me pegaba más a su cuerpo- hablá tonto! –dije mientras golpeaba suavemente su mejilla izquierda causando su risa. Inspiró, tomando coraje, y se animó a hablarme.
Peter: perdón –dijo y me miró a los ojos, ahora sí ambos estábamos serios, ambos nos habíamos dado cuenta que era el tiempo de hablar y aclarar las cosas que habían pasado. Creerán que soy exagerada, pero sufrí mucho los dos días que no lo tuve conmigo, no solo por la gravedad de lo que estaba viviendo, sino porque no lo tenía a mi lado para consolarme- perdóname por no estar ayer para escucharte –y parecía haberme leído la mente. No esperaba que me pida perdón, ni nada de eso. Fue todo muy rápido, él no sabía lo que pasaba por mi mente en ese instante, y para colmo yo tampoco estuve muchas veces que él necesitó mi consuelo. Suspiré, porque al fin y al cabo no había respondido mi pregunta, pero sabía porqué me había dicho esto.
Lali: Candela y Agustín? –reí, porque era obvio. Con sus misterios de hoy y con los indicios de su perdón repentino era obvio que ellos habían ideado algo así. Él rió también por mi descubrimiento, y me besó la cabeza.
Peter: no los culpes, hicieron bien en buscarme –sonrió- encima fue muy gracioso, porque a la salida del colegio Candela me corrió una cuadra y me dijo toda pizpireta que me odiaba, en primer lugar, pero que vos me necesitabas.
Lali: Y vos qué hiciste? –inspiró, y siguió la historia.
Peter: yo le dije que no iba a venir... pero después vino Agustín y me contó lo que pasó ayer, y heme aquí en frente tuyo.
Lali: estas conmigo por lástima? –sabía que no, pero quería oírlo de su boca.
Peter: no –cumplido- nada que ver, Lali. Es que... porque... mejor olvidate –dijo arrepintiéndose de todo tipo de explicación, inspiró de nuevo para calmarse (su equivocación lo había puesto nervioso)- a lo que voy es que no importa que me dijeron, perdón por no estar cuando me necesitaste... –lo miré y lo besé cortamente
Lali: no importa Peter, lo que necesito saber es qué pasó en realidad, qué te pasó por la cabeza en ese momento... –y de nuevo guió sus ojos hacia el horizonte, obligándome a que con una sola mano mueva su cabeza, hasta que nuestros ojos queden conectados- qué pasó Pitt?
Peter: tuve miedo –dijo en voz baja- tuve miedo a ser lastimado de nuevo –suspiró- y lo peor es que no tenía miedo a que vos me lastimes, ni lo tengo ahora. Tenía miedo a que él me lastime –lo miré confundida- a que Nicolás me lastime, físicamente –y ahí me cayó la ficha de todo- cuando Nicolás me amenazó en el colegio, sentía como tus brazos se entrelazaban a mi espalda intentando protegerme, lo sentí Lali, y con eso me sentí seguro. Por eso lo enfrenté a Nicolás, porque sabía que te iba a tener a mi lado. Cuando Nicolás me pegó, me aparecieron como... –se detuvo unos segundos buscando la palabra exacta- unos flashes de todo lo que viví en el otro colegio, me acordé de todo eso que me hizo mal y me dio terror, Lali. Y cuando estaba en mi casa, pensando, me dí cuenta que yo enfrenté a Nicolás porque te tenía a vos a mi lado, y pensé que la solución sería alejarme de vos... pero me olvidé que te amaba tanto –sonreí tímida- perdoname, Lá.
Lali: te entiendo, está bien tener miedo.
Peter: sí, está bien tenerlo, pero no está bien abandonar al amor de tu vida por miedo. ¿O me equivoco?
Lali: estabas aterrado, Peter. Pensaste en la solución más fácil. Ya está, ya pasó. Lo que ahora importa es que estas acá, al lado mío, y te diste cuenta que tenes que enfrentar tus miedos por más que duelan, no? –él asintió- y ahora te vas a quedar conmigo mimándome, no? –él asintió, también con una sonrisa plasmada en su cara.
Peter: vos sabes que no deberías quedarte con un cobarde como yo, no?
Lali: quizás, pero lo hago, y lo voy a seguir haciendo digan lo que digan, pase lo que pase. Sabes porqué? –empecé a jugar tiernamente con sus mejillas- porque te amo mucho mucho mucho –dije con voz de nena chiquita, y me besó.
Peter: yo también te amo, y mucho –sonrió, y nos quedamos ahí, mimándonos mientras la lluvia caía sin cesar.
Continuará...
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