Xxx: Hola mi amor! –dijo un hombre apenas entró a la cocina. Dejó un beso en la comisura de los labios de Claudia y logró que ella sonriera de amor- hola campeón –le dijo a Peter y se saludaron con un apretujón de manos- y quién es esta preciosura? –se dirigió a mí, y sonreí totalmente nerviosa. También pude sentir como mis mejillas se tornaron rojizas, siempre me pasaba cuando estaba algo nerviosa, incluso cuando estaba celosa, pero claramente que ahora era a causa de los nervios.
Claudia: la novia de Peter –dijo totalmente orgullosa de su hijo, entusiasmada por el hecho que había dado a conocer. Reí cálidamente y le dí un beso en la mejilla al desconocido, para presentarme.
Xxx: yo soy Jorge, el esposo de Claudia, un verdadero gusto conocerte –sonrió y se sentó en la mesa de la cocina, a compartir unos momentos con nosotros.
Lali: el gusto es mío –dije amable sonriendo- es increíble lo que es la sangre y los genes. Eh... quiero decir, usted por fuera es igual a Eugenia, pero por dentro, o lo que llegué a descubrir –dije sacando de mí una leve carcajada- usted es un hombre simpático –dije perdiendo un poco de miedo, pero aún hablando con propiedad.
Jorge: por qué? Qué tiene mi hija? –y ahí mis nervios aparecieron. ¿Qué le decía? Su hija es medio forrita... no, no quedaba muy bien. Hice una pausa corta en la que pensaba qué decir mientras esperaba que la tierra me tragase, hasta que Peter notó eso y habló por mí.
Peter: eh... Eugenia trató mal a Lali también –también? Me dije a mi misma. Eso significaba que ya sabía que había tratado mal a otras personas, y no solo a mí. En realidad, yo ya sabía que había tratado mal a otras personas (Peter, para ser precisos) pero no sabía que el tenía conocimiento sobre esto, y aún así lo seguía haciendo.
Jorge: perdoname –me pidió a mí- perdón en nombre de mi hija –me tomó de la mano- no sé que hizo, no tengo idea. Pero te pido perdón de su parte. Cuando me separé de su mamá, cambió un montón. Ella la odiaba a su mamá, en realidad la trataba muy mal, pero aún así, su ausencia generaba lo que generaría la ausencia de una madre en cualquier chico. Juro que ella no es así, a demás cuando se separó de sus amigos de Beccar –el lugar donde vivían antes- cambió un montón, quedó devastada –asentí- igual, no la justifico ni nada. Solo te aseguro que ella no era así, como que la conozco desde que nació –reí cálidamente. Seguimos merendando, hasta que escuchamos como unas pisadas descendentes se oían desde la escalera, y también como se abría la puerta de entrada.
Xxx: no te quiero ver más, Nicolás! –escuché gritar, y reconocí la voz. Miré a Peter rápidamente y me señaló la mesa. Me quedé pensando unos segundos en lo que había escuchado, en realidad, el nombre. Nicolás, dijo. Nicolás, seguramente el mismo que yo conozco. Pero obviamente todo se me borró cuando tenía que accionar rápidamente. Cuando Jorge se dio vuelta, pasó. Exacto, yo, debajo de la mesa de nuevo, intentando y rezándole a todos los santos del mundo que no se de cuenta de mi existencia. Escuchamos un portazo, y esta vez pisadas ascendentes, hasta que...
Jorge: Eugenia! –gritó llamándola, y me mordía las uñas para que no me encuentre. Seguramente la llamaba para hablar sobre mí. Escuché pasos dirigidos a la cocina y mi respiración se agitó por los nervios.
Eugenia: qué queres? –dijo de mala gana. ¿Cómo una piba podría tratar tan mal a su papá, si tiene uno tan bueno como Jorge? Digo, yo tengo un buen papá, o eso tenía, y jamás lo había tratado mal hasta la situación de hace unos días atrás. Cómo alguien puede tratar así a la persona que le dio la vida?
Jorge: me explicas por qué trataste mal a... –y se dio vuelta, seguramente para señalarme, pero no me encontró allí- dónde se metió? –le preguntó a Peter, mientras Eugenia miraba con una cara rarísima, intentando comprender a su papá.
Claudia: por qué trataste mal a Peter de nuevo? –reorganizó la pregunta de Jorge a Eugenia, obviamente cambiándole la víctima.
Eugenia: ah, y me preguntas por qué? –se dirigió a Claudia de mala manera- porque tu hijo –lo señaló a Peter- fue el que arruinó toda mi vida. Con eso te sirve? –y sin decir más, se fue de la cocina. Respiré hondo antes de salir de mi escondite, esperando el portazo de la puerta de Eugenia de parte de la propietaria. Apenas lo oí, salí de debajo de la mesa, encontrandome con la mirada rara de Jorge.
-Nosotros te explicamos –dijimos a unísono Claudia, Peter y yo.
Continuará...
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