Novela: Un mundo distinto
Capítulo: Nº66 "Inesperado"
Entré a la ducha, con ropa aún puesta y tomé su rostro con mis manos, logrando que me mire a los ojos. Sus lágrimas se mezclaban con el agua que salía del grifo, y las mías se volvían más consistentes al verlo triste a él. Nos mirábamos con una profunda tristeza, y de un segundo a otro me encontré recorriendo sus labios. Me atrajo hacia él sorpresivamente y de un empujón suave logró que mis labios chocaran con los suyos. Pero no, el beso no había calmado las lágrimas, era un beso triste, de ayuda y de ahogo. Las lágrimas intervenían el beso, y también la lluvia del grifo. Me pegó a su cuerpo, y sentí como mi ropa estaba completamente mojada, y la sentía pesada. Sus manos recorrieron mi espalda y mi nuca acariciándome mientras el beso se volvía cada vez más conciso. Yo rodeaba su cuello, y cada tanto abría los ojos para encontrarme con los suyos cerrados. Me separé de a poco y lo miré a los ojos. Él, los mantuvo cerrados respirando lento y pasivo. Eso me recordaba a nuestro primer beso, a su delirante reacción. Pero lo distinto era que de sus ojos cerrados seguían cayendo lágrimas, y ahí me olvidaba de ese momento, para acordarme de Nicolás. Nicolás y sus piñas. Nicolás y su desprecio. Y el recordar la pelea me llevaba a pensar en el pasado de Peter, en aquel maltrato que había vivido con respecto a sus compañeros. ¿Cómo se debe haber sentido al recordar el pasado? Todos sabemos, que hay partes del pasado que preferimos no compartir, y así no volver a recordar. Sea un pasado físico, sea un pasado amoroso, sea un pasado sobre la amistad, el pasado nunca se quiere recordar. Siempre intentamos que cada año, y cada día sea una nueva página en la vida, y no volver a cometer los mismos errores del pasado.
Lali: no cumplí –dije totalmente angustiada- no te protegí como debí –y recién ahí abrió los ojos y me miró. Mi angustia se multiplicó al ver sus ojos rojos del llanto. Tomé sus mejillas y respiré hondo- no te salvé, no logré nada. Soy tu novia, tendría que haberte ayudado. Tendría que haber hecho algo. Perdoname... –a nadie le hablo así, a nadie. Ni a Candela cuando nos peleamos, ni a mi papá ni a mi hermano les hablaría así. Aunque quisiera que me perdonen en ese preciso instante. Le estaba suplicando perdón. Me sentía tan culpable que necesitaba que me lo repita miles de veces. Necesitaba esas palabras salir de su boca. No solo había logrado que le peguen, había logrado su recuerdo. Yo, la única que sabía sobre sus momentos, logro que le vuelvan a pasar por la cabeza. Yo y mi manía de haber tenido un novio golpeador. Yo y mi manía de haberlo enamorado, con mi sencillez. Ambos encontramos refugio en nuestros propios brazos. Cada vez que algo malo pasaba era encontrar abrazos y besos de la parte del otro. Eso era tenerlo a mi lado. Por eso necesito ese perdón, para poder mirarlo a los ojos y poder seguir sintiendo esos abrazos y besos de contención que me donaba día a día.
Peter: podrías salir? Yo en unos minutos salgo... –me miró serio. Confundida lo miré, y me quedé quieta por unos minutos, carburando la respuesta que había recibido. No era nada de lo que me esperaba, claramente. Me esperaba un abrazo, un “no fue tu culpa mi amor”, una clase de contención, para hacerme sentir inculpable del desperfecto y la desfachatez de Nicolás. Pero no, no dijo nada. Solo que me retire, que lo deje de terminar ducharse. Digo yo, no... entré a la ducha con él, porque estaba desgarrándose del dolor en el pecho que tenía, le dí un discurso en el que expresaba todo mi dolor, un dolor mutuo que habíamos vivido los dos, le di mi apoyo, me heché toda la culpa. No es demasiada tortura? Sin tener su perdón? Intenté decir una palabra, pero lo único que se movía de mi cara era la mandíbula, y ninguna palabra melódica sonaba. Así que, frustrada por no haber recibido mi perdón, miré hacia abajo y salí de la ducha. Agarré una toalla y fui a mi cuarto (aquel que no presenciaba hace bastantes días, y aparecer ahí me hizo sentirme por primera vez en el día realmente en casa). Mientras pensaba me cambié de ropa, algo seco. Un short de pijama y una malla en la parte de arriba. Hacía un calor increíble, pero al estar pensando tanto, el calor no me llegaba al cuerpo. Estaba como en “automático”, no me podían hablar, porque no escuchaba, no podía hablar porque nadie me escuchaba, no podía hacer nada. Respiré hondo, y me senté en mi cama. Cerré los ojos por un instante, para poder pensar qué pasaría en el futuro. Pero, nunca se sabe que va a pasar. Quizás, Peter no me quiera hablar más, quizás diga que está confundido, quizás Nicolás venga rogando perdón, quizás me coma un sándwich mañana, quizás. Siempre tenemos que pensar en posibilidades para el futuro, pero... saben qué? Seguramente lo que pase, va a ser lo que menos se esperaban. Lo que tenían asumido que no iba a pasar ni en Júpiter. Esas cosas que solemos decir que ‘solo nos pasan a nosotros’. No, nos pasan a muchos... y creo que está por pasar.
Continuará...
Hola gente, cómo están? (a lo Julián Serrano, jajaja). Mil perdones por estar desaparecida, rendí matemática el miércoles (la rendí mal) y ayer y hoy estaba poco inspirada. Pero ya terminé el capítulo!
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Un beso grande bombonas, que tengan un bello fin de semana largo... y suerte para las que empiezan esta semana el colegio!
Cami Pérez, exftlgheylalitta