9 de febrero de 2012

Un mundo distinto ( 25 )

Novela: Un mundo distinto
Capítulo: Nº24 "Ojos ciegos"

~ Dos semanas después ~

5.30am. Viajando.

La vida siguió después del último beso, y siguió llamándose así: último beso. No hubo otro acercamiento, salvo algún que otro saludo por cortesía. Con Nicolás todo marchaba igual, y hasta mejor. Cada vez siento que marca un punto más en mi vida. Cada vez me aseguro que lo puedo llega a amar. Bariloche, Bariloche se acercaba. Estaba viajando, viajando a Bariloche. Ya estábamos llegando, Bariloche se acercaba. Sentada junto a Nicolás podía disfrutar la vista Mendocina, las sierras, el cielo. Escuchaba los silbidos que expresaba Nicolás cuando dormía y daban paz. Pero toda vista se hacía insignificante cuando lo sentía pasar. A penas percibí su olor, giré mi mirada para encontrármelo caminando por el pasillo. Me miró, y siguió caminando. Sea lo que sea que esté mirando, dejo todo y lo sigo con la mirada. Lo veo, lo observo. Quisiera afirmar que lo olvidé, quisiera poder decirlo. No olvidé sus labios, no olvidé lo que se siente acariciar su piel, no olvidé su mirada, no lo olvidé.

Nico: estas hace mucho despierta?

Lali: nunca me dormí –se sentó bien- no duermo en los viajes, ni si quiera en los de auto.

Nico: uy, vos estas loca! –Rió- me voy al baño –se paró y se dirigió al mismo. Yo me quedé sentada, hablando con la gente presumiendo mi viaje a Bariloche mediante BlackBerry, vía Twitter, Facebook o Msn. Una ventana del Msn se abrió, y el nombre me hizo abrirlo sin dudarlo dos veces.

Juan Pedro Lanzani: dormís? –pensé en no responderle, pero se me hizo imposible. La tentación me mataba. El nombre ya me inspiraba paz, y necesitaba hablar y darnos esas charlas que hace mucho no compartíamos. Ya sea por el pasado, o por el presente.

-Lali: no duermo en los viajes

Juan Pedro Lanzani: otra cosa que tenemos en común...

-Lali: cuál es la primera cosa que tenemos en común?

Juan Pedro Lanzani: el amor... –y no respondí más. Le iba a mentir con que no lo amaba más? Le iba a afirmar que lo seguía amando para lastimarlo? No, preferiría ocultarlo. Ocultar ese amor que sentía solo para que él esté cómodo y tenga las alas abiertas para conocer a otras mujeres. Y que esas mujeres lo quieran como yo (no tanto, sería imposible).

Nico: ya estamos por llegar gorda... –ya veía la ciudad de Bariloche. Ya aspiraba la tranquilidad, aunque la tranquilidad era lo que menos iba a aparecer en este viaje. Minutos después bajamos del micro. “Con orden” repetían los coordinadores del viaje, mientras fichaban a todas las nuevas chicas que les tocaba coordinar, son jóvenes también, ellos se divierten. Nicolás marcaba territorio abrazándome ¡y qué ganas de estar soltera para comerme a esos caños! Pero no lo estoy. Estoy de novia y me voy a comportar como tal, cueste lo que cueste. Arreglamos cómo nos íbamos a dividir por habitaciones, y nos dirigimos a ellas ya con los grupos armados. A mi me tocó con Rochi, Cande y Noe, como era de esperarse. Me canté la cama de cerca de la ventana porque me encanta recibir aire, y por la maravillosa vista. Llegué, me instalé dejando unas fotos sobre la mesa de luz (siempre llevaba fotos a donde vaya). Abrí un poco la valija y me dormí. Exacto! Luego de cinco horas de viaje a Bariloche necesitaba urgente una cama, y la conseguí. Dormí muy tranquilo y sin pausas. Soñé, el mismo sueño desde hace bastante tiempo: un morocho, ojos verdes con tonalidades grisáceas se acercaba a mí, me pedía escapar, me pedía escapar a dúo. Me pedía que lo ame, y yo no me negaba. Nos besábamos debajo de la lluvia. Ése personaje se hacía llamar Peter, era Peter. Por más que no quisiera, no podía evitar soñar con él, no estaba a mi alcance. Me levanté a las siete y media de la tarde, aproximadamente. Apenas me despabilé un poco fui en busca de mi novio. ‘Habitación 371’ recordé, y empecé a buscarla. Luego de un tiempo la encontré: segundo piso al final del pasillo. Estaba la puerta entre-abierta, entré y divisé a una rubia besándose con Nicolás, con mí Nicolás. Hacía 5hs que estábamos acá, y ella ya aparecía! Esa rubia, arpía, tenía nombre y apellido: María Eugenia Suarez. Sí, por pedido de la madre de Peter, Eugenia tuvo que venir con él, así no existían dos viajes y la comodidad de la familia era mucho más fácil. Eugenia estaba con mi chico, besándose. Me quedé observando la situación, parecía que lo hacía apropósito, parecía una escena de novela. Pero no lo era, era yo siendo engañada por dos rubios que me hacían cada vez más la vida imposible. No quiero esto! No lo quiero más! Me importó mucho, no lo niego. Ver a mi novio besándose con otra chica no es lindo, ni tampoco se lo deseo a nadie. Pero decidí no quedar como la cornuda, no quedar como la que quiere y no la quieren: decidí hacer ojos ciegos y ocultarlo. Yo nunca vi nada.

Continuará...

No hay comentarios:

Publicar un comentario