Acostados mientras mirábamos la televisión, abrazados, ese era sin dudas el lugar en el que quería estar. Disfrutaba cada segundo de paz que pasaba con él, y no eran necesarias las palabras, con tan solo tenerlo a mi lado y poder sentir sus brazos rodeándome.
Peter: no aguanto más mi pelo! –dijo, cuando soltó una de sus manos que reposaban en mi cuerpo para acariciar su pelo. Lo miré y miré su pelo, negué extrañada y volví a posición.
Lali: ya te lo queres cortar? –claro, aún tenía su pelo corto, producido por un estilista hace tan solo dos semanas. Me asombró ya que se lo había rapado, y solo le había crecido centímetros, pero al parecer aún así no aguantaba su pelo largo.
Peter: sí, tengo calor... Lali.
Lali: mh... –me paré de su (mi) cama- qué te parece si te cambio la imagen?
Peter: qué?
Lali: eso, qué te parece si te cambio un poco tu look?
Peter: no estoy a tu nivel así? –pero no lo dijo en tono de reproche, sino que lo acompañó con una risa. Eso me gustaba de él, que no se tomaba las cosas para mal, y con todo lo que había vivido, igual enfrentaba la vida con gracia.
Lali: no gordo –reí y me senté a su lado- no es eso, es un cambio de estilo! Decime que no te gustaría que te miren las minas y se mueran por vos? La facha de nacimiento la tenes, solo hay que practicarla... pero prometeme una sola cosa –me besó y esbozó un ‘qué’ suave sobre mis labios- cuando seas un sex symbol y todas las minas te quieran, vas a seguir amándome a mí, okay? –Asintió y me besó largo rato, obviamente con mi aceptación y agrado- Dale... parate –lo obligué a hacerlo, y cumplió mi orden. Me paré también y di vueltas a su alrededor, observándolo. Él reía mientras lo observaba, porque según él, ponía cara de “no veo un pomo”. Llevaba puesto un Jean a la cintura con un cinturón de cuero. Zapatillas Vans y una camisa a cuadros azul marino y roja dentro del Jean con dos botones abiertos. No, no era un desastre total, pero estaba bueno darle ese cambio. Me detuve frente a él y comencé a arreglar los errores de su imagen: saqué su camisa hacia fuera y la abrí del todo. Me miró pícaro y sonrió- no, Pí. No te estoy desnudando, eh
Peter: no estaría nada mal, igual...
Lali: sh! –reí- ahora es el momento que te tenes que concentrar, como si estuvieras estudiando, y prestar atención a cada tip que te voy a dar, okay? –asintió como nene y maestra- punto número uno: todas las camisas que uses, salvo las lisas o elegantes, van fuera del pantalón y totalmente abiertas con una remera debajo, que puede ser con algún dibujo o totalmente lisa –asintió, y lo observé de nuevo para ver cual era el error con el que iba a proceder. Apenas lo encontré, accioné y saqué el cinturón de su pantalón. Él, como acto reflejo se los sostuvo y me miró.
Peter: se me caen, Lali –dijo riendo.
Lali: A ver, soltalos –obedeció y sus pantalones cayeron dos centímetros dando a mostrar sus calzoncillos- me encanta –dije mirandolo en perspectiva.
Peter: se me ve la ropa interior...
Lali: mh, claro... el tema es la ropa interior que usas –me miró levantando ambas cejas- claro, Pitt, usas slip y ya no van... –dije negando.
Peter: pero a vos te encanta mi ropa interior, no? –me abrazó desde la cintura y me reí.
Lali: me encantas vos –sonreí- el tema es que para ser más facha, tenes que usar boxers, los que se usan ahora. Si queres no uses de colores o con dibujos, usa los lisos... pero que sean boxers. Así es más sexy –rió- y ahora, tu pelo Pí, sentate –porque si no, no veía bien su cabellera por mi dichosa altura- a ver... hay que cortarlo para que estés cómodo, pero con otra onda, entendes? –me miró confundido y negó riendo- vos siempre te lo rapas y listo, no? –asintió- bueno, no, eso no. Vamos a darle un corte en especial, uno más fachero –asintió- muy bien modelito –sonrió y lo besé- y ahora la parte más dura... Guardarropas! –grité simulando una crisis, y logré su risa prominente- mirá, rescato algo muy bueno de tu guardarropas... tenes un re buen gusto de zapatillas y de Jeans. Buscas los tiro bajo, y las zapatillas de moda, eso me gustó, eh –sonrió ganador, y le pegué leve una cachetada en su mejilla, cargándolo por que se había agrandado demasiado con el cumplido. Le mostré algunas combinaciones que podía usar (léase, combinaciones de colores y texturas), le seguía dando tips para dar presencia, y debo admitir que eliminé prendas horrendas que no debían cruzarse por mi vista, como por ejemplo camisas de colores extravagantes, muchísimos cinturones, y varios slips. Según él, desde ese momento me transformé en su vestidor andante (pero con cariño, agregó).
Continuará...
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