10 de febrero de 2012

Un mundo distinto ( 56 )

Novela: Un mundo distinto Capítulo: Nº56 "Tardanza"

Xxx: arriba chicos, al cole! –sacudió nuestras piernas entrelazadas debajo de las sábanas, porque aunque teníamos dos camas por separado, dormíamos juntos igual... y a Claudia no parecía molestarle cuando se hizo presente en el cuarto con el desayuno para dos ya hecho. Nos levantamos con mucho cansancio y comenzamos a desayunar, el colegio esperaba nuestra llegada. Otra vez aparecía el silencio de cada comida, pero ambos sabíamos que ese silencio lo disfrutábamos al igual que una conversación, porque nos permitía ver los gestos y costumbres simples del otro. Después de cambiarnos, prepararnos, y llegar al punto de estar listos para encarar el día, fui yo la primera que salió luego de un beso de despedida –ya que durante el día no íbamos a poder, por la decisión tomada ayer a la noche. Salí, sintiéndome el agente 007, intentando no cruzarme a Eugenia, aunque sepa que en ese momento era imposible que me vea porque estaba duchándose. Saludé rápidamente a Claudia, le agradecí por el desayuno, y partí para el colegio, ya que Jorge ya se había ido a su trabajo, y no tuve la oportunidad de saludarlo. Apenas llegué sonreí por encontrar al grupo junto (salvo Noe, que jamás nos volvió a hablar, ni a Rocío, ni a mí, ni a los chicos, y tampoco a Candela) puse mi mochila al lado de la de Rochi, marcando territorio a mi lugar, y me acerqué a saludarlos. Como siempre, me llenaron de besos y abrazos con mucha euforia, y me senté arriba de Agus, porque las sillas del círculo estaban ocupadas.

Cande: epa! No se arreglaron?

Benja: quienes?

Agus: Peter y Lali, boludo!

Lali: no, cuando te fuiste –dirigiéndome a Candela- nos peleamos –y qué feo me hacía mentirles. Quería escupirles en la cara toda la felicidad que estaba viviendo, pero no podía por decisión de Peter y yo iba a aceptar esa decisión.

Agus: Y donde estas parando, ahora?

Lali: en casa, volví porque no había otra, pero no me hablo ni ‘mu’ con mi viejo y mi hermano.

Rochi: qué feo gorda! –asentí y cambié rápido de tema. No quería que la mentira se agrande más, y que cuando se descubra sea peor. Como siempre, nuestras conversaciones eran multi-temas. Esta vez, nos enamoramos un poco de la pareja de Benja y Mechi, que ayer cumplieron sus valiosos seis meses y salieron a desparramar ternura a un restaurante muy elegante elegido por él. Se lo notaba enamorado y feliz, como yo, pero él tenía la posibilidad de contárselo al mundo. El timbre sonó, y él todavía no había llegado. Raro. Él siempre llega cinco minutos antes del timbre, me resultaba tan raro que no esté acá sentado todavía, pero mis pensamientos fueron interrumpidos por los cansables retos del preceptor obligándome a que me siente en mi lugar, al lado de Rochi. ¿Qué había pasado? Seguía pensando. Él nunca llega tarde, jamás, y eso me preocupaba más todavía. Entró la profesora de Química y empezó a dar clase, dado por sentado que Peter no iba aparecer. Yo mordía mi lapicera nerviosa, hasta que la sangre me volvió a circular cuando lo ví entrar, un tanto desordenado.

Peter: perdón por la tardanza, profesora –dijo con la voz agitada. Me dedicó una mirada y se sentó en su banco. La hora no fue entretenida, fue aburrida porque estábamos a semanas de una prueba muy importante, así que lo único que quedaba era prestar atención para tomar apuntes y poder estudiar de la mejor manera, y además, estaba con la intriga sobre que le había pasado a Peter, para llegar tarde al colegio. Cuando sonó el timbre de salida al recreo, pasé por el banco que usaba Peter, y dejé un papelito sobre él que había escrito mientras la profesora daba los últimos temas de la prueba muy cautelosa. “Te espero en la biblioteca” decía textual, todo para que me explique su tardanza, y para compartir un poco de cariño ya que no lo podemos hacer en frente de todos. Cuando nos juntamos en el recreo con el grupo, les dije que iba al kiosco, pero en vez de ir allí, fui a la Biblioteca a cumplir mi cometido: encontrarme con él. Caminé por los pasillos de la biblioteca hasta que alguien me tomó del brazo y me besó repentinamente. Me asombré por un principio, pero cuando reconocí esos labios me dejé caer en su cuerpo. Me separé lentamente y lo miré.

Lali: qué pasó que llegaste tarde? –lo besé cortamente, labios adictivos eran los suyos.

Peter: alteraste mi cronograma de vida –rió y me besó- cuando te fuiste me bañé y ya era tarde, después tuve que buscar la ropa adecuada para venir –lo miré de pies a cabeza: estaba vestido con un Jean caído que mostraba su ropa interior, una remera negra que de frente decía una frase en inglés y el pelo desprolijo. Lo felicité por su logro y lo premié con un beso- y bueno... después me atrasé en todo –reí- te amo, y mucho –sonreí y lo besé. No hacía falta respuesta.

Continuará...

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