10 de febrero de 2012

Un mundo distinto ( 53 )

Novela: Un mundo distinto Capítulo: Nº53 "Nueva casa"

Jorge: no hay problema en que te quedes acá, las puertas estan abiertas para vos, Lali –dijo muy amable después que le contásemos toda la historia, desde mi pelea, hasta el pedirle quedarme en su casa, y también que mi período dentro de su casa se iba a basar en evitar la mirada de Eugenia. Por suerte, todo esto lo entendió, cada uno de los puntos, y aceptó aún así.

Peter: bueno, nosotros vamos a arriba, sí? –ambos asintieron y nosotros dejamos nuestros asientos para dirigirnos al cuarto de mi novio, mi próximo cuarto. Para eso, teníamos que pasar por la escalera que daba al ala alta de la casa, ésta era de madera y con una baranda de años pasados, al parecer era una casa reciclada. La casa era verdaderamente hermosa, y era un placer estar ahí porque tenía todas las comodidades. Cada cuarto tenía su propio baño, eran amplios y cada uno tenía su propio tema. La casa en sí, estaba pintada muy elegante con muchos tips sobre la iluminación y cosas por el estilo. Los muebles y detalles (como marcos) estaban en madera, y le refinaban la casa. También tenía detalles en metal y cerámica que lograba la modernidad a la casa. El pasillo que dirigía a los cuartos estaba lleno de pinturas creadas por Claudia, cosa que ella hacía en su tiempo muerto, como hobby. Fotos de Peter cuando era chico para apreciar estaban en una repisa del mismo pasillo, junto a las fotos de Eugenia también de pequeña, y con su padre cuando estaba más madura. Peter abrió una puerta blanca, la verdad es que yo ya conocía toda la casa, pero estaba visualizándola como mi nuevo hogar, por lo menos por un tiempo. Su cuarto estaba decorado por él, con tonos azulado y muchas fotos de su papá (al que admiraba y extrañaba demasiado), su mamá, y su familia.

Lali: qué lindo que está todo –sonreí.

Peter: ya conoces mi cuarto, Lali...

Lali: ahora lo veo más, va a ser mi escondite por un tiempo –lo abracé- voy a dormir acá? –señalé una cama junto a la suya.

Peter: técnicamente –lo miré- según mi mamá, sí. Pero vos vas a dormir conmigo –me abrazó por la cintura, provocándome risa.

Lali: no me opongo –lo besé- quienes son ellos? –señalé una foto, en la que aparecían mucha gente, por un principio supuse que era su familia. Peter tomó la fotografía en un cuadro y se sentó en la cama, obligándome sin decirlo a sentarme junto a él.

Peter: él –señaló la foto- es mi tío Hector, hermano de mi mamá que tiene dos hijos: Joaquín y Miranda –también los señaló en la foto- por suerte mi familia siempre se mantuvo unida desde que murió mi viejo. Ellos se llevan muy bien, y está todo bien con Jorge. Cuando estamos en fiestas nos juntamos todos... la familia de parte de mi papá, de parte de mi mamá, y la de Jorge –sonrió, lleno de melancolía- ella es mi tía Susana, la hermana de mi mamá también. Tiene solo un hijo: Matías –los señaló a ambos- es un genio mi primo, es como yo en varios sentidos. Pero él tiene amigos y todas esas cosas que hacen la gente de mi edad –rió, y lo acompañé- después está mi tía Cecilia, que es la única hermana de mi papá. Ellos eran muy unidos, y sufrió un montón cuando murió mi viejo –asentí- tiene una hija, Celeste, que es adoptada –las señaló también. Estaban abrazadas, y aunque la diferencia física se daba a notar, no notabas que no compartían sangre, se abrazaban como si tuvieran el mismo ADN- después estan sus parejas. Mi tía Sil, la esposa de Héctor; mi tío Lucio, esposo de Susi; y mi tío Gustavo, el esposo de mi tía Cecilia –sonrió- después está mi única abuela, la única abuela que me queda. La mamá de mi papá, la nona Nora –rió- fue, después de mi mamá, la que más sufrió la muerte de mi viejo. Debe ser re feo vivir la muerte de tu propio hijo, de tu sangre, no? –me preguntó, y yo asentí sin dudar dos veces. Miró la foto, y en su vidrio noté una gota de agua.

Lali: ey... no, no... perdón –lo miré con lágrimas en sus ojos- perdoname por preguntarte esto, perdón –lo abracé.

Peter: no hay problema –dijo saliendo del abrazo y secándo sus lágrimas. Se paró de la cama y respiró hondo- basta de recuerdos –abrió mi bolso y comenzó a sacar mi ropa, organizándola en el placard de su (nuestro) cuarto- no me mires así –dijo porque lo miraba triste- basta enserio –se acercó y me abrazó- estoy bien. Ahora ayudame a ordenar –me paré, aún con un poco de culpabilidad y lo ayudé- lo único malo de esta casa es que te vas a tener que aguantar las peleas entre Eugenia y Jorge –y reí, me los imaginaba peleándose siempre. Son como el agua y el aceite. Apenas terminamos de ordenar sonrió y me besó- te amo, muchísimo- sonrió sobre mis labios.

Lali: yo también te amo, mi amor –reí y lo abracé.

Continuará...

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