9 de febrero de 2012

Un mundo distinto ( 31 )

Novela: Un mundo distinto
Capítulo: Nº31 "Quebrada"

Lali: para! Tal vez que se siente mal enserio, y vos me estas llenando la cabeza con esta mierda! –me solté de su abrazo- sólo para estar conmigo... –bufó- dejame en paz!

Peter: Lali... –intentando calmarme, yo estaba sacada en un mar de lágrimas.

Lali: Lali nada! –Grité aún más- no ves que me haces mal? Me estas matando con tus mentiras! –quiso hablar- después me decías a mi egoísta? Vos lo estas siendo ahora porque inventas todo esto sólo para que yo esté con vos, y no! No quiero eso! No quiero estar con vos por una mentira! A vos no te hace mal que yo esté con vos solo porque me manipulas con que mi novio me miente? Te gusta verme sufrir o qué? Pensé que eras distinto Peter... pensé que eras de los chicos que iba de frente, y no hacían estupideces para ser el hombro llorón de una chica. Pensé que me querías...

Peter: terminaste? –preguntó, después de unos minutos de silencio de mi parte en los que sequé mis lágrimas. Lo miré y asentí ofendida- puedo hablar yo? –Asentí de nuevo- lo único que te voy a pedir es que abras los ojos. Yo te quiero mucho para odiarte, te quiero mucho para maltratarte. Me odio cuando te grito, así que sé que con vos no sirve el gritar. Yo quiero que cuando te des cuenta que digo la verdad, no estés sola. No te quieras matar por estar sola. Yo te quiero enserio, y mucho. Y por eso sé que no te voy a abandonar nunca, aunque me o pidas. Quiero que sola abras los ojos antes que te golpees contra la pared Lali, y sola.

Lali: dejate de hacer el comprensivo! Dejá de hacer todo a propósito y acordate de la promesa. Olvidate, olvidame, nos olvidamos todos... y punto!

Peter: segura? Igual, pase lo que pase yo voy a estar, para lo que necesites. Y más cuando te des cuenta la verdad sobre Nicolás. Que él no es un santo, y todo eso. Yo te quiero enserio como para soltarte la mano tan fácil –bufé y asentí. Me ponía nerviosa que este chico sea tan lindo, hasta cuando lo amenazo con mandarlo a China de una patada. Él se paró lentamente y abrió la puerta de la misma forma- andate a la fiesta...–me quedé ahí sentada mirándolo atenta por su reacción- no era que te querías ir? Andate, Mariana –me ordenó, y me fui de la habitación mirándolo molesta. Con lo que me conoce, sabe que odia que pongan mis argumentos en mi contra. Apenas salí de la habitación caí... no era que yo no le creía a Peter, sino que no quería ver la realidad. La realidad es que no le creo a Nicolás tampoco, mi instinto me dice que no confíe. Caminé hacia la puerta del hotel, llorando y me senté en uno de los sillones de hall principal. Me recosté ahí, descargando mis lágrimas. Un coordinador se acercó a preguntarme si estaba bien, y si quería que me lleve al boliche, pero de más está decir que negué la petición porque las ganas de bailar no existían, y también porque una parte de mí quería sacarse la duda sobre Nicolás. Noté dos cabelleras rubias asomarse por la puerta de entrada y rápidamente me escondí detrás del sillón en el que hace segundos estaba acostada. Espié, no... Espiar no queda bien; observé que reían juntos y que se regalaban besos. Mi llanto aumentó, pero quería seguir observándolos así que me paré y seguí sus pasos. Sí, soy masoquista. No sé si lloraba porque me estaba engañando, porque enserio quería a Nicolás, o porque había tratado mal a Peter y era el que tenía razón. Escuché más risas, ví más besos. Me estaba suicidando en parte, pero quería seguir mirando, quería seguir. No me hacía bien pero quería seguir viendo. Siguieron caminando y entraron a la habitación 371, la habitación del rubio, mi ‘novio’. Escuché un grito de Eugenia. “Salí de acá” gritó, y próximo a eso vi a una persona salir de la habitación caminando lentamente y sollozando un pequeño llanto. No le presté atención a quién era, ni me importaba. No era Nicolás, no era Eugenia, no tenía nada que ver con la situación entonces no me importaba. Estaba tan metida en el conflicto que mis ojos empañados en lágrimas se atrevían a ver los que ellos limitaban. Me acerqué lentamente a la puerta de la habitación intentando controlar mis lágrimas y mi llanto exagerado. Respiré profundo, una, dos, tres veces y ahí me decidí. Entre abrí un poco la puerta e impuse mi ojo derecho sobre la abertura. Lo vi, los vi. Se reían, se besaban, se abrazaban, hacían el amor. Miré enojada la situación, no lloré porque me habían mentido, y eso era lo que me molestaba.

Nico: te amo –ahí si quebré. ¿Yo les conté que tengo percepción con la gente que dice la verdad acerca de los ‘te amo’? Bueno, por si no se los conté, es lo que tengo. Y eso sí sonó real, sonó sincero. Él la ama, ama a Eugenia. Y ahí sí rompí en llanto, ahí no me importó que Nicolás me mienta acerca de donde estaba. Me importó la mentira acerca del ‘te amo’. Me molestó que me haya mentido con un sentimiento tan importante. Ese te amo fue sincero, fue sentido, fue desde su corazón, distinto al que me había dicho a mí. Ahí fue en el momento en el que me quebré, y no sabía si me iba a poder arreglar.

Continuará...

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