Me senté de nuevo, esta vez más confundida de lo que llegué. Este chico era imparable! Me ponía nerviosa... recibí un papel de carpeta, doblado perfectamente con mi nombre. Lo abrí sin dudarlo dos veces, y reconocí la letra que ayer se encontraba en la carpeta que estaba a mi lado. “Hoy, a las 15.30 en el parque de ayer. No me hagas ir a buscarte, por favor”. “Qué? Me vas a obligar?” respondí. “No lo hagas necesario, te quiero” y firmó con su nombre, Juan Pedro Lanzani. No pienso ir, es sabido. ¿Para qué complicarla?
Can: con quién hablas? –mediante papeles, obvio.
Lali: eh... –carraspee- con Peter.
Can: le dicen Peter?
Lali: sí... –quería evitar el tema la verdad.
Can: Y qué onda él? Es copado? –Asentí- claramente no queres hablar de él.
Lali: no es que no quiera, no lo conozco –me miró y siguió hablando de otro tema, mientras yo pensaba... ¿Voy o no voy? El preceptor entró y pidió que nos callemos
Santiago: chicos, faltó Casal –profesor de Física- se van a ir antes –todos gritaron y empezaron a armar planes por la salida una hora antes. Sacamos los cuadernos de comunicados, donde se notificaba el horario de salida y comenzamos a guardar las cosas. Peter se acercó a mí cuando terminó de guardar sus cosas y ya estaba listo para salir. Cande me saludó y Peter se sentó ocupando su lugar.
Peter: hoy no te sentaste conmigo, malvada –me dio un beso en la mejilla, haciendo caso omiso a lo que le había dicho en el recreo.
Lali: la salida no era a las 15.30? –y yo también había hecho como si nada.
Peter: sí... venía a preguntarte si te pasaba a buscar o no.
Lali: no, no vengas. Viene Nico hoy a mi casa, voy directo para allá –me miró raro- soy sincera, o preferís que te mienta?
Peter: A veces las mentiras duelen menos...
Lali: son mentiras al fin, Peter.
Peter: quiero ir a Bariloche para estar con vos, y no pensar que ahora te vas con Nicolás.
Lali: ¿venís a Bariloche?
Peter: mi mamá me obliga. Dice que es algo importante en la vida de un adolescente y no se que boludeces más...
Lali: tiene razón Peter –me paré con la mochila al hombro- nos vemos hoy entonces –besé su mejilla y me fui sonriendo, porque sabía que él lo estaba haciendo. Caminé modulando las canciones reproducidas por mi celular hasta mi casa, me duché y estudié un poco para la prueba que me atosigaba el lunes. Geografía, qué fea materia! Sonó el timbre y supe que era él, iba a venir a almorzar conmigo.
Xxx: cómo anda la más linda de todas?
Lali: no sé como anda, yo estoy bien –sonreí y me besó. Entró a la casa y fue a mi cuarto a dejar su mochila, mientras yo empezaba a cocinar.
Xxx: qué me va a cocinar mi chef preferida hoy?
Lali: patitas de pollo –rió.
Xxx: qué comida elaborada!
Lali: mirá que no te hago nada Nicolás... –amenacé, y lo abracé- sos lindo, eh! –sonreí.
Nico: ya sé –se agrandó- vos no sos linda, sos hermosa –sonreímos- tengo un notición para contarte.
Lali: me preocupo? –pregunté asustada.
Nico: sentate y disfrutalo... –le hice caso y me senté- me voy a Bariloche con vos! –lo miré, en shock. Esto estaba mal, muy mal... me tengo que alegrar! No me tengo que poner a pensar en Peter, no tengo que pensar en Peter. Mi algo se va conmigo a Bariloche, qué parte está mal? Tengo que estar feliz, disfrutar... pero Peter. Peter no salía de mi cabeza, eso estaba mal, muy mal. Ambos se merecen un amor único, Nicolás se merece tener una novia feliz que le haga una escena tipo “Qué suerte, así no estas con gatos!” y Peter se merece una pareja que le diga “Mi amor, prefiero que nos quedemos, así te hago una escena romántica y hacemos el amor, y nos unimos de por vida”, pero yo no puedo cumplir ninguna de las dos sin sentirme mal de alguna parte de ambas. Lo tengo asumido: voy a ser una mujer de cincuenta años con cuarenta y ocho gatos, aún disfrutando la soltería por no herir a los demás. No se merecen una mina confundida como acompañante.
Continuará...
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