9 de febrero de 2012

Un mundo distinto ( 1 )

Novela: Un mundo distinto.
Capítulo: Nº1 "Adicciones"

Me encontraba en Ku, bailando con mis mejores amigas Rocío y Candela. Hoy debíamos si o si descargarnos en la pista de baile y en la cama de algún pibe porque estábamos mal. Bah, ellas estaban mal de amores. Yo jamás me enamoré, pienso hacerlo en algún momento, pero creo que faltan años o quizás siglos. Rocío se peleó con su ‘algo’, el chico por el que estaba sintiendo cosas fuertes por primera vez y Candela había sido rechazada por el gran amor de su vida, según ella. Estábamos de minifalda, gritando como locas cada canción que el discjockey hacía sonar. Candela desapareció a los pocos minutos cuando un chico apareció pidiéndole bailar, apenas vio que el chico valía la pena lo besó: se podría decir ‘desesperada’ pero en este caso era ‘despechada’. Rocío y yo compartíamos pista, al ritmo de ‘Pam pam’ de W&Y. Esa era nuestra canción, nos desesperábamos a tal punto de parecer lesbianas pero era claro que no lo éramos... no hace falta aclararlo, no? Lo aclaro, por las dudas: no soy lesbiana, ni nada de eso. Sonreí al sentir dos manos en mi cintura, me di vuelta y lo vi a él.

Xxx: hola hermosa, que suerte que te encuentro acá –bailándome muy cerca. Sonrió y me acercó hacia él, yo mordí mi labio inferior y lo miré desde abajo... mi altura no era una de mis cualidades, pero llevaba bien mi metro cincuenta.

Lali: acá estoy, Nico –pasé mis manos por su cuello y me lo chapé ahí, en el medio del boliche mientras sonaba un remix de ‘Hasta abajo’ de Don Omar. Cuando la necesidad de respirar apareció, se despegó de mis labios y bajó a mi cuello, dejando besos mojados que hacían que mi temperatura suba. Miré hacia el lugar donde estaba Rochi, y no estaba. ‘Seguramente se fue con un chico’, pensé, entonces decidí luego mandarle un mensaje.

Nico: vamos a un lugar con más privacidad, amor? –amor, solo palabras igual... no porque lo sintiéramos, los dos sabíamos que lo nuestro era un simple ‘touch and go’. Asentí, y rápidamente me tomó del brazo para llevarme hacia su auto, seguramente. Y así fue, apenas salimos me besó zarpadamente y en todo el camino hacia el auto compartimos saliva. Ahí, por seguridad tuvimos que detenernos, pero ambos sabíamos lo que necesitábamos, y no lo dudábamos: una buena dosis de la adicción más sana, el sexo. Apenas llegamos, el ascensor que daba al departamento que Nicolás compartía con su hermano, Gastón, se convirtió en un vestidor... en limpio: en un des-vestidor. Allí Nico comenzó a sacar desesperadamente mis prendas y acariciándome todo con lo que sus manos alcanzaba. Se abrió la puerta del ascensor, y no nos importó que haya alguien en el pasillo, ni nos dimos cuenta si alguien estaba viendo el hecho que yo esté koala a Nicolás, semidesnuda. No se si a nadie le importó, pero a nosotros no. Apenas entramos, corrimos hacia su habitación y ahí descargamos todo tipo de energías. Era como un deporte, yo no sentía nada, el no sentía nada. Éramos un equipo, un grupo de trabajo. Gemidos sonaron por toda la habitación, y nadie los detuvo. Como siempre, luego de una hora, u hora y media, finalizábamos. Yo abrazada a él, y él tocándome suave la espalda con las yemas de sus dedos.

Nico: Mm, cada vez mejor vos petiza eh... voy a tener que pensar que andas con un pibe más grande que te anda enseñando como satisfacer a un hombre –reí por ocurrencia, Nicolás tenía ese tipo de devoluciones graciosas. Siempre hablábamos así, como si lo que hubiese pasado, fuese algo de amigos, algo normal. Yo sabía que no era normal estar con un pibe que no amas, porque aunque mis amigas estén seguramente en este momento con un chico que ni conocen, sus primeras veces habían sido con sus novios de aquel entonces, respectivamente- enserio, Lá. Sos increíble.

Lali: no me digas eso que me sonrojo –reí, tímida.

Nico: Mm, menos de vergonzosa vos –me atrajo hacia él- gracias por todo esto.

Lali: de nada, Mirá! Ahora podrías estar cojiéndote a una prostituta, y encima tener que pagarle. A mi me tenes gratis –reímos, y lo besé- durmamos, me estoy muriendo –me di media vuelta para dormir cucharita.

Nico: apa! Te dejé de cama morocha eh... –reímos- que descanses, te quiero amiga –y sí, amiga. Eso es lo que somos, amigos con derecho. Soy Mariana Espósito, y me dicen Lali como un típico nombre artístico, porque el mío es muy común y me encanta resaltar de los demás. Soy morocha, tengo ojos marrones, una boca bastante voluptuosa y mido un metro cincuenta. Calzo mis dieciocho años con entusiasmo, este año me egreso. En el colegio, aunque no lo parezca, no soy conocida como la puta. Soy conocida como la deseada, porque soy deseada y porque me hago desear. No cualquiera está con Mariana Espósito... el que lo logra es un afortunado. En mi vida estuve aproximadamente con diez, once chicos. El primero fue Nicolás, mi mejor amigo en aquel momento (decidimos dejar la relación en amigos nada más, sabíamos que esto influenciaría en nuestra relación de mejores) y después los demás fueron chicos, pendejos, hombres que me parecían lindos... pero igual tuvieron que remarla. Vivo con mi mamá, mi papá, y mis hermanos Pato y Ana Laura. Obviamente ellos no están enterados de nada de esto, de cómo soy. Para ellos, sigo siendo la misma nena ingenua de siempre. En fin, disfruto siendo lo que soy... aunque a veces envidie la vida ‘normal’ de otras chicas, yo no puedo cambiar. Soy así, como un drogadicto es a la droga, un alcohólico es al alcohol, yo soy adicta al sexo, y para evitarlo tendría que ir a rehabilitación.

Continuará...

No hay comentarios:

Publicar un comentario