9 de febrero de 2012

Un mundo distinto ( 42 )

Novela: Un mundo distinto Capítulo: Nº42 "Cronometrado"

Entrada al colegio, 7:15 am. Mi cara de dormida era notable, pero igual recibí el día con una sonrisa. ‘Hola’ general a los participantes del grupo de siempre, ese grupo ya extinguido sin dos de sus participantes, para ser exactos ni Candela ni Noelia se encontraban ahí. Demás está decir la causa de su no participación, ¿no? No se habían arreglado entre ellas, y tampoco Candela conmigo. A las 7:25 am entró él, como siempre puntual, cinco minutos antes que la profesora entre a dar clases. Con él llegaba una sonrisa y muchas ganas de vivir, ganas que me contagiaba con una mirada. Dejó su mochila al lado de la mía en el primer banco del aula, donde él se sentaba siempre y se acercó a mí. Los chicos miraron con asombro el beso marcado que me daba en mi mejilla y cómo les preguntaba a los chicos ‘Cómo andan?’ como si se conocieran de toda la vida.

Lali: bueno chicos, el es Peter –acaricié su mejilla- mi amigo –y sonrió. El día que Eugenia apareció en su cuarto habíamos quedado en que íbamos a ser amigos con derecho, o amigovios. Por el simple hecho de que él quería que nos conociéramos más y a demás, quería hacer una puesta bien romántica para cuando me pida noviazgo. Igual, éramos como novios internos, para el afuera éramos amigos. Nosotros nos entendíamos, queríamos ir lento para desear que ese noviazgo llegue, y sea mejor de lo esperado.

Agus: Yo soy Agustín.

Rochi: Rochi... –levantó la mano.

Benja: Y yo Benjamín.

Peter: un placer conocerlos –sonrió y comenzamos a entablar una conversación interesante basada en conocernos internamente y que ellos se conozcan. A las 7:35 am entró Santiago al aula y después de retarme por no estar en mi lugar (algo predecible, siempre lo hacía) me senté junto a Peter. Santiago pasó lista rápidamente y luego de todos los presentes, la profesora entró a dar clases de historia e inundarnos con las historias alocadas de algunos próceres, soldados y reyes. A las 8:30 am el recreo sonó, indicándonos que el descanso comenzaba. Fuimos al lugar de siempre, con dos menos pero uno más. Las escaleras del salón de actos, ‘el lugar del grupete’ era apodado, éste era nuestro espacio y lo sería hasta el resto de lo que demandara el secundario. Reíamos de todo, siempre dije que el proceso de encontrarse y conocerse era el más hermoso, por las experiencias y pensamientos que se viven y se entablan. Reíamos por todas las anécdotas que fueron contadas por Agustín con respecto a todo lo que había vivido ese espacio desde que el grupete gobernaba. Ellos reían con su nuevo amigo, que cada tanto (muy seguido) me dedicaba una de sus sonrisas, indicándome que la estaba pasando bien. Yo reía con él, con ese amor que compartíamos, reía porque me estaba dando cuenta lo que estaba sintiendo por él, y porque me encantaba sentirme así. Pasaron dos minutos de charla, eran las 8:32 am para ser exactos y noté la presencia de un rubio enrulado. Nicolás me miraba con pena, buscando que yo sintiera lástima y le hable (cosa que no iba a encontrar). Pero mi sangre cortó recorrido cuando noté que Eugenia se le acercaba y le hablaba, él no le prestaba atención, sólo me miraba a mí, pero en un momento gritó un ‘Qué?’ que logré escuchar hasta yo, que me encontraba a distancia de su cuerpo. Eugenia asintió, y noté que la cara de enojo de Nicolás ahora no era de perro mojado, sino de enojo repentino y asesino. ¿Vieron cuando en los dibujos animados aparece algún personaje que le sale humo por las orejas? Parecía eso. Sentí una puntada en el pecho, algo raro, y abracé por detrás a Peter mientras miraba desafiante a Nicolás. Yo, ilusa, pensaba que mis pequeños brazos iban a cumplir el trabajo de escudo y protegerlo, pero no fue así. A las 8:35 am se acercó a las escaleras donde nos encontrábamos enojado, lo conocía de chico y sé sus extremos y todas sus caras. Sé que ese no era un simple enojo, estaba furioso. Apenas llegó fue cuando escuché muchos insultos, pretextos, historias, títulos (ella es mi novia, no la tuya). Noté que esto iba a terminar mal así que frené a Nicolás interponiendome entre Peter y él, pero Nicolás no me escuchó. “Me cansaste” escuché, y a las 8:37 am una piña apareció, después la segunda, la tercera, y ya todo el colegio rodeaba la pelea. Los separaron segundos, o un minuto después y los obligaron a ambos a irse a la dirección, pero evité esto y giré a Peter para darle un beso en frente de todos los espectadores de la pelea (incluidos directivos y mis amigos), era una situación que yo no quería que Peter viviera por mi culpa después de su pasado poco admirable. 8:40 am, sonó el timbre de vuelta al aula, así los diez minutos de recreo cambiaron todo tipo de perspectiva.

Continuará...

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