9 de febrero de 2012

Un mundo distinto ( 24 )

Novela: Un mundo distinto
Capítulo: Nº24 "La última vez"

Lali: eh? Con nadie! –me alejé de Peter.

Xxx: Lali, dijiste que querías estar con él.

Lali: sí, eh... lo decía por el trabajo de fisico-química. No Peter? –asintió sin mirarnos.

Xxx: ah, okay –estiró sus manos- vamos Lali?

Lali: sí, Nico –me paré y miré a Peter por última vez. Quizás sea la última vez que lo mire con los mismos ojos.

Nico: te cae bien Juan Pedro?

Lali: sí –sin dudarlo dos veces- es re buen pibe.

Nico: Y yo? –sonrió y se detuvo para mirarme a los ojos.

Lali: vos sos el mejor novio –sonreí. Saboree sus labios de punta a punta, pero no lo encontraba. No encontraba ese sentimiento, el que necesitaba para no despegarme. ¿Y porqué? Por pensar en los labios de Juan Pedro. Quizás sea la última vez que bese a Nicolás pensando en Peter. Nos separamos con besos cortos y seguimos caminando, el timbre del recreo había sonado y yo tenía que ir a la sala de computación. Fuimos juntos, abrazados de costado, hasta el aula aislada que poseía las computadoras y en la puerta comenzamos a despedirnos. Llegamos y se quedó mirándome a los ojos. Sabía lo que quería, pero lo quería molestar- necesitas algo más? –sonreí.

Nico: un beso de despedida –sonrió también. Lo tomé del cuello de la camisa y me acerqué a su boca, primero rozando nuestros labios y luego uniéndolos.

Lali: chau, me matan! –porque ya había entrado la profesora al aula. Le dí un último corto beso y entré pidiendo disculpas por la tardanza. Fue una hora muy aburrida en realidad. Me reía de los mensajes que nos enviábamos con Benja (nos teníamos gratis) y estudiaba un poco de geografía, ya que informática no me importaba en lo más mínimo.

Prof.: que sea la última vez que la veo con el celular, Espósito!

Lali: si profesora –guardé el celular simulando haberlo apagado. Le mandé un mensaje a Nicolás “Qué me vas a cocinar hoy?”, ya que minutos atrás me había invitado a almorzar a su casa. Era de esperarse que me responda con algo zarpado, característico de Nicolás: “Algo bien caliente Lalu, sé que te gusta ;)”. Respondí aún riéndome a carcajadas por el último mensaje “Ay! Que sea la última vez Nicolás!” pero sabiendo que viene de parte de él, afirmaba que no iba a ser la última vez. Salimos al recreo con Noe y Agus, hablando de todo un poco, pedí por favor plata para comprarme algo en el quiosco, me estaba muriendo de hambre. Agustín, como buen segundo hermano, me dio cinco pesos para que gaste con lo que se me antoje en el buffet del colegio. Con una sonrisa plasmada, caminé hacia éste. Compré un alfajor Oreo, y con el vuelto chicles (otra de mis adicciones). Estaba volviendo a mi grupo de amigos cuando sentí dos manos en mi cintura que me guiaban a un lugar específico y no me dejaban tornar la mirada para verificar su identidad, aunque por la textura de sus manos ya sabía quién era. Caminamos a la puerta del salón de actos, y ahí me dio vuelta. Lo miré a los ojos, el llevó mi pelo por detrás de mi oreja. Relamió sus labios, como tantas veces lo había visto hacer. Acarició mi cintura delicadamente con ambas manos, abrazándome y obligó a que mi mano izquierda se apoyase en sus hombros. No despegó su mirada de mis ojos, esa mirada que solo percibía cuando estaba con él. Esa mirada compartida que no dejaba que nada ni nadie se entrometiera en la situación. Esa mirada perdida, pero derecha a la vez.

Xxx: no me niegues el último beso –y no se lo pensaba negar. De a poco se fue acercando a mis labios, y yo fui la que tomó la iniciativa de unirlos por, quizás, última vez. El beso era tranquilo, tierno, demostrativo. Ambos nos estábamos queriendo. Estábamos recordando aquél primer beso, estábamos recordando aquellas confesiones. Estábamos recordando las risas, las sonrisas, y porqué no, también las tristezas. Recordábamos por una última vez. Las últimas veces siempre son las que remueven todos esos sentimientos que estaban ocultos, o que, en mi caso, querías ocultar. No tenía ganas de separarme. Ese era el sentimiento que buscaba en la boca de Nicolás y no encontraba. Ese sentimiento de no querer alejarme más no lo sentía. Y me costaba admitirlo. Pero ya está, no se puede hacer nada más. Juan Pedro, sí, Juan Pedro, para las que todavía no se habían dado cuenta quién era, merece a la chica perfecta. Y la chica perfecta no se llama Mariana, no se apellida Espósito, ni le dicen Lali. Su chica perfecta la va a encontrar después de todas las malas experiencias que tenga. Yo le dí un empujón: su primer beso. Él va a seguir su vida.

Lali: te quiero mucho –lo dije por mi parte. El sonrió y me volvió a besar. Pensar que este es el último beso...

Continuará...

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